Estuve revisando su sitio Internet y encontré una imagen con el procedimiento básico que utilizan para entender y ubicar a cada persona según la situación que presente. Tiene varios programas desde la identificación hasta el seguimiento. Aparentemente se trata de “devolver” a la persona a la sociedad, no tanto al estado en que se encontraba cuando llegó a la calle, sino donde después de su experiencia se encuentre mejor.
La iniciativa es relativamente nueva, ya que surgió en el año 2006, pero han logrado ponerla en regla y por lo que puedo ver el Gobierno apoya económicamente, de forma que pueden operar con más ventajas. De hecho, enmarcan su trabajo en la ideología del socialismo, en la cual encuentran bases para actuar ante cada persona como alguien con los mismos derechos que cualquiera otra. Se habla de derecho ciudadano, de protección social, e incluso de derecho a la cultura.
Cuando pienso en Venezuela, me acuerdo que a pesar de su riqueza natural, la corrupción ha dejado intensos vacíos en sus estructuras sociales. La injusticia, el racismo, la marginación me llegan como golpes. Recuerdo incluso en las telenovelas que veía con mi mamá, todas esas historias de cerros en los que la gente se amontonaba para sobrevivir. Era tan raro estar viendo eso y luego un derroche de lujos en los Miss Universo y en los comerciales de las empresas televisoras de los años ochenta. Era como si Venezuela le robara a Venezuela.
Dicen que hoy día ocurren otras tragedias, que las injusticias cambian de mano y qué sé yo qué más, pero la esperanza está en que en la medida en la que se estudie la indigencia, en la que se empiece a pensar en cada persona como un ciudadano con derechos, las cosas pueden cambiar.
Por el momento les invito a conocer más sobre la Misión Negra Hipólita y su revolución de afecto.
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