Texto

IndiGentes

En una ciudad
en la que los fantasmas
pueden verse sin esfuerzos,
decidieron llamarles indigentes.

Nadie sabe
cuándo fue que murieron,
pero ya no están
de cuerpo presente,
ya no son más que espantos
que fingen dormir en las aceras.

Si por descuido,
en esa ciudad
se transita por las calles que pueblan,
si con uno de ellos
alguien se encuentra;
apura el paso,
sumerge la mirada en sí,
en el semáforo,
cambia de estación en la radio,
o bien,
si el terror se lo permite
tira al aire algunas monedas.

Ellos, los fantasmas,
siempre del mismo color
- ocre verdoso -
a veces parecen evocar
tiempos venideros,
y se hacen más
volando entre tinacos,
puentes, plazas, parabrisas,
unos con bolsas llenas de recuerdos ajenos,
otros con piedras
para el lobo de caperucita.

Los habitantes,
fieles tributarios
al banco de indigentes
esperan gracias
por sus dotes egoístas,
y los fantasmas
- siempre generosos -
se las dan,
aunque en el fondo
sienten pena, porque saben
que para ser fantasma
sólo se requiere
un golpe de suerte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida Lucy, gracias por dejarme compartir tu poesía... Entre el dolor de la calle y la impotencia del hombre, el texto transmite la perplejidad de quien narra una realidad que abruma. Y frente a tanta incertezza ¿cómo decir desde el poema? ¿dónde ubicamos la mirada? ¿cómo funcionamos ante la injusticia y la sinrazón? Pero allí está tu coraje de ver, de sentir, de transmitir lo que otros niegan. Nuesta misión de poetas es ejercer el don de la palabra, pero siempre mirando más allá de lo establecido, más allá de la hipocresía, más allá de la miseria y el espanto. Y así vamos por la vida, doliendo, pero reparando con más amor...
Un abrazo, muy fuerte.
César

Edilberto González Trejos - Autor dijo...

Magnífico blog Lucy.
Qué tesoro he hallado!
Abrazo

Lucy Chau dijo...

ojalá pueda terminar pronto de contar la experiencia completa