Este artículo de Flor Mizrachi, publicado en el diario La Prensa el 18 de julio del 2007 me lanza inmediatamente la pregunta en la cara. ¿Qué quiere un ser humano?
Si a los indigentes en Panamá se les recoge en operativos de calle, se les da -como quien dice- los primeros auxilios y se les remite, ya sea a la policía, al asilo de ancianos o al tenebroso Ejército de Dios; entonces todo parece aparentemente resuelto.
Mi pregunta sigue allí, quieta pero vigente. No sé si me gustarían tales destinos. ¿En cuál de ellos puedo -por ejemplo- decidir qué hago con mi día? En la policía no, en el ancianato y en lo otro, evidentemente si. De no ser así, no habrían reincidentes como el que menciona el artículo, a quien se lo han llevado siete veces.
En el primer semestre del año se han hecho 1,176 "captaciones" por la Alcaldía de Panamá. Hay algo que no me cuadra, o mejor dicho, si me cuadra. En mi lectura la palabra dice indiGentes. La gente agradece la bondad, pero prefiere infinitamene la libertad.