En Estados Unidos también hay indiGentes. En la televisión te los pueden poner como un par de drogadictos - en el fondo gente anti-sistema - que están así porque sus malas decisiones y no tienen remedio, pero en la vida real son muchos y nada tienen que ver con los dramas que nos inventamos por nuestros propios prejuicios.
Entrevistado por Kqed hace un par de años, explicó su propia aventura, que inició de manera casual y con la cámara Polaroid que encontró en el asiento trasero del auto de un amigo. Desde que saltó a su primer tren se dio cuenta de que algo estaba pasando al margen de la sociedad y se le hizo interesante captarlo en imágenes. The Polaroid Kidd terminó sus días de polizón-fotógrafo en una cárcel en Jacksonville y después de diez días preso tomó la decisión de establecerse en Oakland, donde tiene su taller.
En la entrevista que le hizo Los Angeles Times parece un tipo bastante sencillo, que dice haber sido inspirado a salir de viaje en esa forma por la escena punk de Pensacola y las feministas que conocía. Curiosamente, nunca sintió a la gente de los trenes como indiGentes, porque era una comunidad que simplemente había decidido buscarse la vida en otra dirección, con otras reglas muy distintas al común de la sociedad.
Pero mirando las fotos y tratando de entender este movimiento anárquico que curiosamente parece una etapa en la vida de muchos de ellos, podría decirse que vivían - o viven - como indiGentes. Claro, que son de un tipo que decide ganarse su libertad demostrando que no necesita tener un lugar llamado casa donde llegar al final del día y asearse, o una dirección donde recibir los estados de cuenta de banco alguno.
A través de un trabajo que le tomó apenas cinco años, este muchacho - aunque no sea su intención - defiende la idea de que la libertad que da la calle consiste en no depender del sistema, y más aún, que puedes salir de él y entrar nuevamente cuando lo decidas. ¿Miedo a las bacterias, a la noche o a ser asaltado en un lugar oscuro? Igual nos pasa y no nos protege demasiado la cantidad de cosas que acumulamos.
El trabajo de Brodie ha servido para análisis antropológicos y - aunque él ya no esté interesado en la fotografía, ni en los viajes por tren como polizón - nos obliga a mirar con otros parámetros la vida. En sus recuerdos, les pinta como gente altamente creativa y con un sentido de la lealtad tremendamente desarrollado, al punto de que algunas de las amistades que conserva de esos días hoy siguen en contacto entre sí y desde sus nuevas vidas siguen pendientes también de la del Chico Polaroid.
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